sábado, 24 de diciembre de 2011

La industria de la piel

Desde siempre, las prendas de piel fueron una señal de elegancia y calidad. Sin embargo, en los últimos años han surgido innumerables organizaciones protectoras de los animales que han denunciado el empleo del pelaje animal como forma de tortura.
Pese a la existencia de estas ONG, el mercado de la piel sobrevive y crece sin problemas en España, sobre todo gracias a la venta de complementos elaborados de este material. Lo cierto es que cada vez se ven menos abrigos de piel por la calle, quizá por su elevado precio o porque es una llamada clara y directa al consumo de pieles.
El precio de estos abrigos quizá venga motivado por el elevado coste en vidas animales que supone elaborar una de estas prendas. Solo para realizar un abrigo de zorro se necesitan entre 15 y 20 de estos animales y cada uno de los famosos abrigos de visón se lleva por delante entre 60 y 80 animales. Pero el dato más escalofriante es, sin duda, el de las ardillas, ya que pueden llegar a sacrificarse 100 para un solo abrigo.

La industria peletera vive hoy de la venta de botas, monederos, carteras y guantes más que del consumo de grandes prendas. Puede que este hecho se deba a que hoy en día el consumo de prendas de piel está cada vez peor visto y un abrigo de piel es más difícil de ocultar.
La piel está encontrando un enemigo cada vez más fuerte en la piel falsa, que va ganando terreno a pasos agigantados debido a que las imitaciones son cada vez de mayor calidad y han dejado de ser “de pobres” para convertirse en prendas de personas “concienciadas”.
Las granjas de animales dedicadas a la peletería siguen en pie a pesar de actuaciones como la de la organización PETA, que cuenta, además, con el apoyo de muchos famosos que denuncian públicamente el uso de pieles animales.
Lo cierto es que la industria peletera es bastante desconocida y está rodeada de falsos mitos en los que, muchas veces, se escudan los consumidores de pieles. Un ejemplo es el hecho de que muchos afirman que un cuello de piel o unos puños de piel en una prenda no suponen ningún coste, ya que se realizan con los “sobrantes” de otras prendas. En realidad muchos animales son sacrificados para elaborar estos pequeños detalles de piel que adornan prendas de otros tejidos.
Existe un gran debate en nuestra sociedad sobre el empleo de pieles animales. Unos están a favor de su uso alegando que es una empresa más y que muchos de estos animales habrían desaparecido de no ser por esta industria. Otros se muestran contrarios, asegurando que es una forma de maltrato animal y que muchas especies están en peligro por ello. Sea cual sea la visión más acertada, la realidad es que esta lucha entre propieles y proanimales sigue viva y parece que seguirá en el candelero mucho tiempo.

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