jueves, 15 de diciembre de 2011

La elección por las mascotas exóticas

El término “especie exótica” según el Convenio sobre Diversidad Biológica (CBD), se refiere a especies, subespecies o taxones inferiores introducidos fuera de una distribución normal e incluye partes, gametos, semillas, huevos o propágalos de tales especies que pudieran sobrevivir y subsecuentemente reproducirse. Según este mismo convenio,  la especie exótica invasora es la especie exótica que con su introducción y propagación amenaza a los ecosistemas, hábitats o especies produciendo daños económicos o ambientales.
Últimamente ha habido una gran elección de animales exóticos como mascotas con el objetivo de sorprender y llamar la atención buscando la originalidad en los demás de tener una mascota poco común, según reflejan numerosas encuestas.  Los ejemplares son variados, desde serpientes, mapaches, camaleones, loros, pequeños monos, o tarántulas que en la mayoría de las veces se desconocen sus orígenes, sus costumbres, su hábitat, su alimentación apropiada y pasado un tiempo se convierten en un verdadero problema que no se sabe solucionar.

También hay que decir que las industrias dedicadas a la comercialización de animales exóticos o de sus productos derivados también han contribuido a su expansión.  Por otro lado, en los últimos años también han empezado a instalarse en España granjas dedicadas a la ranicultura, que han provocado la aparición de varias colonias de ranas toro, un anfibio originario del este de Norteamérica que presenta una gran voracidad y que puede llegar a medir 20 centímetros, frente a los nueve que alcanza la rana verde española.
Aunque cualquier especie exótica invasora provoca daños en el entorno, no todas los producen de la misma forma. Sus consecuencias van desde la extinción o la alteración del hábitat a la introducción de parásitos, degeneraciones o enfermedades.
Nuestra sociedad parece ser muy consciente de los problemas de destrucción de la selva amazónica, los humedales o los mares tropicales, pero vive ajena frente a la invasión de los ecosistemas por animales y plantas extraños que acaban deteriorándolos.

Luis Miguel Domínguez, creador de un refugio para especies exóticas abandonadas, responde a unas preguntas acerca de este tema.
-¿Cuál es la diferencia entre un refugio de animales exóticos abandonados y un zoo?
La diferencia es que le damos más importancia al mensaje que aportan estos animales a los visitantes que su exhibición en sí. Nuestro objetivo es que la gente sepa que una mascota exótica se convierte en un problema para las personas que las compran y para la naturaleza. Por otro lado, también hay algunos zoos que acogen a animales incautados, por ejemplo el de Casa de Campo de Madrid, pero nunca se plantean la exhibición de animales con una historia detrás.

-¿Cómo mantenéis el refugio?
Actualmente es privado y depende de mí. Nos ayuda la Fundación Biodiversidad, que depende de Medio Ambiente, pero la única manera de sacarlo adelante es rentabilizar la taquilla cuando procedamos a su apertura. También buscamos patrocinadores.

-¿De que forma llegan estos tipos de animales al refugio?
Todos los animales tienen una historia detrás y sufren mucho. Y eso ocurre por falta de sensibilidad y, sobre todo, por desconocimiento.

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