
Los controles fueron aplicados, de igual forma, a los profesores y al personal universitario, así como a los diversos coches que pedían acceso a la universidad (se les registraba el maletero en busca de bebidas alcohólicas) lo que provocó numerosas retenciones en las carreteras de los alrededores, mostrando su punto más conflictivo en la rotonda universitaria.

Estas medidas, calificadas por los estudiantes como “abusivas e ilegales”, han propiciado la indignación de los alumnos, llegando a establecerse una recogida de firmas (consiguiendo alrededor de 300 en la primera hora) y toda una avalancha de quejas en las redes sociales. A través del hastag #URJC del medio Twitter puede notarse el enfado de los afectados ante las medidas ejecutadas. Este enfado no es de extrañar si se tiene en cuenta que los estudiantes de primer curso, los de Erasmus y los de Séneca aún no tienen a su disposición el carnet universitario, condición indispensable, según los agentes de seguridad, para poder pasar a clase.
Según informa el 20minutos, el campus de Fuenlabrada de la Universidad Rey Juan Carlos, ya vivió una experiencia similar en el año 2006, desalojando a los estudiantes y registrando sus mochilas, alegando un supuesto aviso de bomba. Casualmente, ese día también había concertado un macrobotellón.
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