Al anuncio del fin de Gadafi llegó de una forma un tanto confusa y varios medios se mostraron cautos con la noticia, a la espera de una confirmación oficial. Ésta llegó de la mano de Mahmud Yibril, primer ministro rebelde, que afirmó exultante "Gadafi ha muerto. Ha llegado el momento de una nueva Libia, una Libia unida". Tras estas declaraciones se difundieron imágenes del dictador con la cara ensangrentada y toda Libia salió a la calle eufórica a celebrarlo. Tras las fotografías llegaron los vídeos de la detención y muerte del tirano, todos ellos tomados con los móviles de los rebeldes que le capturaron.
Muamar el Gadafi llegó al poder tras un golpe de Estado en 1969 en el que derrocó al rey Idris I de Libia. Tras su toma de poder, Gadafi instauro la República Árabe Libia y durante 42 años ejerció el papel de un dictador que se decía socialista pero que se rodeaba de lujos y excentricidades al tiempo que sometía a su pueblo a una tiranía que parecía no tener fin. En febrero de este año, la oposición se levantó contra él y fue duramente reprimida, lo que provocó una revuelta mayor que comenzó a ganar terreno, tomando la capital libia en agosto y obligando a Gadafi a esconderse en Sirte, la ciudad que le vio nacer y que también le ha visto morir.
Las reacciones internacionales no se hicieron esperar. Medios de todo el mundo se hicieron eco de la noticia de forma casi unánime, actualizando sus informaciones cada pocos minutos. Al mismo tiempo los principales líderes mundiales mostraron sus reacciones, como el Presidente de EE.UU., Barack Obama, que afirmó que este hecho "supone una oportunidad para el pueblo libio", o el presidente francés, Nicolás Sarkozy, que dijo que hoy "se abre la página de la reconciliación y la unidad" en Libia.
A pesar de que toda la comunidad internacional se ha felicitado por el fin de Gadafi, aun planean algunas incógnitas y polémicas sobre lo ocurrido, sobretodo por el hecho de que el dictador fue capturado con vida y asesinado poco después por sus captores, que eliminaron así la posibilidad de juzgarle por todos sus crímenes.
Sin duda, Muamar el Gadafi ha cumplido su promesa de que moriría luchando, pero su muerte, lejos de causar pena, ha supuesto un motivo de fiesta y alegría entre la población que sufrió durante más de cuatro décadas sus desvaríos y que hoy, tras nueve meses de guerra, ve la luz al final del túnel y la democracia en su futuro más inmediato.
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